Entrevista con Pappo

"Ahora no me para nadie"

Vuelve con un disco producido por Jorge "Corcho" Rodríguez. En su casa natal de La Paternal, rodeado de su perro y de amigos, habla de su vida y de sus asignaturas pendientes.

"Qué?"

Norberto Napolitano clava la mirada como un cuchillo y pregunta "qué". Hay que sostener un "qué" de Pappo ahí, de visitante, en el bulín-dormitorio de la casa histórica de La Paternal, Artigas y Camarones. Un amigo ("de-toda-la-vida, eh") toma una lata de cerveza de quinientos centímetros cúbicos: su fisonomía se integra perfectamente al monoambiente. Es casi un decorado más y se suma a la cama deshecha, la alfombra raída, los afiches de autos de carrera, las decenas de botas y camperas de cuero apiladas como en una feria americana de cotolengo, el equipo de música y la música: un blues de Etta James. Entra en escena Cactus, un fox terrier de los cariñosos. "¡Salí, que tenés una grela bárbara!", le dirá, vanamente, Pappo en un rato. Ahora dice "qué", fastidiado, ante una pregunta sobre cómo tomaría el público que su nuevo disco tenga como productor a Jorge Rodríguez, ex socio de Rodolfo Galimberti y pareja de Susana Giménez.

Sí: Buscando un amor es el debut como productor ejecutivo y artístico de Jorge Corcho Rodríguez. El fastidio de Pappo no llega a crispación. Responde con mala gana y lugar común de futbolista: "Yo separo el Jorge Rodríguez amigo y empresario del Jorge Rodríguez público. Si querés saber algo de él preguntáselo a él. Yo lo que te puedo decir es que el tipo es un bocho. Sabe mucho de música. Lo conozco desde hace 20 años: como a mí, le gustan las motos y tocar la guitarra".

¿Cómo surgió la idea de hacer este disco?

En lo de Susana (Giménez), hace un par de años. Fui a cantar con mi hijo, Luciano. Hicimos juntos El tren de las 16. Lo llevé al Cactus... ¡casi se monta a Jazmín!, ja ja. Después del programa el Corcho me agarró y me preguntó en qué andaba. Y me dijo: "¿No querés grabar un buen disco? Buscate un estudio y venite a mi oficina". Chau. Así se armó todo.

Al día siguiente, Rodríguez le dice a Clarín por teléfono: "Yo siempre toqué blues. Siempre tuve banditas de garaje. Con Norberto solemos tocar en lugares pero sin anunciarnos. Creo que el disco quedó bien. Lo interesante de Norberto es que sabe escuchar. Hicimos seis temas en inglés porque la idea es tratar de meterlo a Pappo en los Estados Unidos. Tenemos todo: buenas canciones, buena producción, buenos contactos y un sello multinacional."

¿Lo va a presentar en lo de Susana?

Obvio.

Ahora Pappo toma mate. Advierte al fotógrafo: "No me saqués tomando mate. Queda mal". En la pieza hay un trapo de San Lorenzo, un par de cascos y fotos con Marcos Di Palma y Guillermo Ortelli. "A lo mejor, el próximo fin de semana salgo de copiloto con el Flaco". El Flaco es José María Traverso y Pappo dice la frase mientras se pone un casco. Se ríe con sus amigotes. En la planta baja, la casa parece más grande. Está el piano vertical de siempre de su hermana Liliana, concertista y profesora, donde hace décadas Pappo compuso, inspirado en Ray Charles, el blues Desconfío. Están las macetas, las sillas del patio. Su padre y su madre murieron hace algunos años pero la casa conserva cierto halo familiar, de "casa abierta de barrio".

¿Extrañás a tus padres?

No, ya no. El tiempo borra todo.

Suena el celular. "Sí, dale, hacelo. Es buena guita". Corta y dice: "Mi novia. Es modelo de Piñeyro. Le ofrecieron hacer unas fotos pero sin mostrar la cara. Sólo el culo. Trescientos pesos... No está mal, ¿no?"

¿Hace mucho que salís con ella?

Como siete años.

Tu disco se titula Buscando un amor. Vos que siempre cultivaste una imagen de duro...

Eso es para la gilada. Escuchame: hay un tema de Riff que se llama ¿Qué es un tulipán? que es de amor. El tren de las 16 lo escribí a los 20 años y es de amor. Hice muchísimos así. El blues es lamento, es la pérdida. De una mujer o lo que sea. En ese sentido se parece al tango. La gente no se fija en esas cosas. Hay demasiados programas de chusmeríos y al final la gente se fija en si estás gordo o flaco, en qué te ponés, si tenés el pelo corto o largo.

Pappo luce una remera negra con la estética de esos afiches plastificados del Once (un águila, una moto Harley Davidson) y varios kilos de más. A pesar de algunas entradas, su melena se conserva lozana, acorde con el evidente tufillo de adolescencia eterna que ofrece la situación. El amigo de la cerveza baja el volumen del equipo. El perro se acomodó en un rincón, cerca de las piernas de su dueño. Hace calor y la humedad todo lo vuelve pringoso. El celular suena nuevamente. Pappo comprueba qué número es en el visor y no atiende. Pregunta, seco pero gentil: "¿Qué más?"

¿Te molesta ser una especie de leyenda del rock y tener problemas para grabar un buen disco?

Y sí. La gente piensa que yo soy millonario. Esto es Argentina, loco. No pasa nada. Igual, lo de mito y esas boludeces es relativo: si yo no tocara bien la guitarra nadie me daría bola.

¿Pensaste en irte?

No, no puedo. Me he ido en otra época, pero ya no me interesa. Tengo el corazón acá. Aparte, ¿qué voy a hacer? A mí no me interesa lavar copas. Hasta me cuesta irme del barrio. Me conozco cada baldosa. Acá a la vuelta yo me iba a tocar la guitarra con Abelito, un amigo, cuando me rateaba del colegio.

¿Por qué tus últimos discos pasaron inadvertidos?

No sé... poca producción. Mirá: yo tengo fama de ser un tipo difícil, quilombero, que se borra, que no acompaña los lanzamientos... La cosa es que cuando siento que no me apoyan, me rayo. Me dan ganas de irme y de tocar por ahí. Por eso ahora no me para nadie. El disco es bueno, amplio, tiene línea de vientos y hasta cuerdas.

Hace exactamente diez años venías embalado por tus shows con B.B.King y decías que querías "conquistar el mundo". Fracasaste.

Es una frase que digo cada diez años. La repito: "Quiero conquistar el mundo". Parezco Pinky y Cerebro. Aquella vez fracasé justamente porque no tenía apoyo. Nadie nunca apostó un sope por mí. Acá nadie sabe nada de comercializar a un artista. Por eso mi laburo es independiente. Tengo mi pequeña organización: un colectivo, un estudio y músicos que me siguen a muerte. Ahora con el Corcho la cosa va a ir mejor.

El colectivo está estacionado en la puerta. Es un viejo Mercedes Benz, remodelado, pintado de negro, con varias camas y cocina. "Tiene todo nuevo: diferencial, caja, amortiguadores", recita Pappo, con orgullo tuerca.

Qué lejos quedaron los tiempos de "actor-Suar", cuando casi eras integrante de la farándula...

Me gustó el billete que me mostraron. Lo hice exclusivamente por plata. No sé si lo haría de nuevo. Muchas horas de grabación. Además, no es el palo mío.

Hace poco tocó una banda con Héctor Starc, Black Amaya, Edelmiro Molinari y Ciro Fogliatta... ¿Notás cierto regreso a la música de los 70?

Hicieron varios temas de Pappo's Blues, ¿no? Mirá: cuando yo tenía 17 años usaba pantalones campana, esos ajustados arriba y ancho abajo. Tipo patas de elefante. Hace algunos años Ozzy Osbourne salió a tocar con unos lompas idénticos. Es así, cíclico. Todo da vuelta, como el mundo. Las estaciones se repiten. La gente se cansa de escuchar marcha y escucha rock, se cansa del rock y escucha romántico... Lo que no pasa es el blues. Yo hago lo que mejor me sale. Y lo que mejor me sale es el blues.

Habla de su hijo Luciano, también músico de rock, con cariño distante ("yo lo puedo ayudar con algunos contactos, pero se tiene que hacer de abajo, el pibe; tener su propia experiencia"). Elogia a Andrés Calamaro ("se puso bien: vi una foto hace poco"). Dice que Pappo's Blues es parte "de la cultura nacional". Y que ve bastante televisión, "pero nada más entre el canal 40 y el 55: películas y dibujitos animados".

Sale a la calle para unas fotos. Una vecina crepuscular mira con naturalidad el aspecto inofensivamente agresivo, levemente estrafalario de Pappo. La señora ya sería veterana cuando el músico caminaba en el 70 sucio y desprolijo por estas mismas veredas. Algunos negocios van cerrando y doblando unas cuadras por Camarones al sur un graffiti resiste el paso del tiempo, las campañas políticas, el progreso. La pared, sin revocar, da a un baldío y tiene escritas dos palabras:

Aguante Pappo.

 
"Ahora no me para nadie"
Suplemento Espectáculos, Clarín
5 de Octubre de 2003
Mariano Del Mazo
Roberto Ruiz