POR PRIMERA VEZ, PAPPO Y SU HIJO DAN JUNTOS UNA ENTREVISTA

"Esta es la historia de dos caraduras"

Son dos gotas de agua. Como Pappo, Luciano toca la guitarra, hace rock pesado y le gustan los fierros y las mujeres. Se visten igual, cantan igual, se ríen igual... Pasen y vean este fenómeno genético del rock criollo.

Trastienda de la entrevista: Después de dos o casi tres meses de cabildeos, finalmente Pappo y su hijo Luciano (27) aceptan dar la primera entrevista juntos. La historia es más o menos conocida: Pappo nunca había tenido un hijo hasta mediados de los noventa cuando en una entrevista con el suplemento Sí habló por primera vez de Luciano. Pero, bueno, Pappo es Pappo y nunca fue la situación más cómoda que hablase de su descendencia. Cuando el año pasado presentó en el Hard Rock Café de Recoleta el álbum Pappo & amigos, durante una conferencia de prensa alguien le preguntó (con ternura impostada): "Pappo, ¿que sentís, hoy, que tu hijo está acá en el escenario?"

"Nada, qué tengo que sentir, es mi hijo",dijo Pappo esa vez con una antipatía para nada impostada.

La entrevista se iba a hacer en el Tigre, donde Luciano creció con su madre y su abuela y donde formó su banda Lovorne con la que acaba de editar su primer disco. Primero fue la lluvia, después el paro... ahora estamos en el taller de Pappo en La Paternal. Nos dejan esperando en un living improvisado: un asiento de colectivo hace de sillón y una goma montada sobre un carretel de cable, de mesita ratona. Adelante está el micro negro Mercedes (todo negro, solamente dice Pappo's Blues en tipografía letraset blanca), al costado un chevy que Pappo, Luciano y los mecánicos preparan para vender y más atrás una lancha Pagliettini muy setentas que casi está lista. Los discos de oro se mezclan con las cadenas, la grasa y todo parece fundido por el calor. Debajo del techo de chapa debemos estar, fácil, en los 45 grados. Llegan Pappo y Luciano, como apurados, con el paso ligero. Pappo tiene una remera negra, jeans y anteojos de sol. Lu ciano tiene una remera negra, jeans y anteojos de sol. Hay un póster de promoción del Volumen 2 de Pappo's Blues al lado de una maza. Es Pappo a los 21 años. Tiene exactamente la misma sonrisa ligeramente maldita que muestra Luciano ahora. Nos sentamos, Pappo hace un chiste y ríe estentóreamente. Como siempre, bah. "Ja...ja...ja". Luciano tarda medio segundo en dar el cuarto "ja". Y sigue: "ja...ja...ja". No hay distinción posible en esa risa. Es exactamente igual. Son exactamente iguales. Con el tiempo, Pappo se ha vuelto medianamente más dócil en las entrevistas. Sabe cuál es su personaje y lo explota pero nunca se esforzó en ser cortés o cambiar su aquí y ahora en una entrevista.

Luciano, en cambio, no está acostumbrado a hablar. En plan de romper el hielo, le hablo de su disco, un masacote de rock metálico que elude tanto el criollismo nacionalista de Iorio como la correción política y moderna de A.N.I.M.A.L. ¿Adivine cómo se llama el disco del hijo de Pappo? Rock pesado, así se llama. Ya no es tanto que el hijo no puede evitar la influencia del padre sino que es la continuación de una especie. Como los tiburones hacen lo mismo que los tiburones hicieron antes, Luciano, su risa, actitud y música rehacen a Pappo: genética pura. Excepto los ojos, que son celestes.

- Luciano, ¿qué es pesado para vos?

- Ehhh... (silencio)... Cactus.

Cactus es el perro fox terrier que Pappo tenía en su casa de siempre en La Paternal. Ahora está con ellos, lo toman de las orejas, lo incitan a gruñir y gruñen los tres. "Hace mucho que no nos ve, nos extraña", dice Pappo."Ya sabemos lo que querés, Cactus", dice Luciano con el perro entre sus piernas. Vuelve la risa en estéreo.

Pappo explica por qué el rock es lo único que puede salvar esta país. "Es la única música que dice la verdad. Que está hecha para despabilar a la gente, no para estupidizarla". "Total... mente" , agrega Luciano. Y se levanta los anteojos negros. Parece más relajado, mira como diciendo ¿Qué onda? Con fastidio contesta si se metió en la música antes o después de conocer a Pappo. "¿Antes de qué? Antes de no tocar no tocaba. Después, sí".

Se escucha a Pappo desde más lejos. "Explicale algo al chabón". Luciano ni enterado. Pappo enciende el motor de su Harley Davidson, acelera y exige. ¡Roooooaaargghhh!, hace la moto. Pappo tiene la misma cara que cuando toca. Luciano sonríe por primera vez en la tarde. Dice algo pero es imposible escucharlo bajo el estruendo de la Harley que está al costado nuestro. La esperanza de que conteste la pregunta se desvanece con la desaceleración de la moto.

- ¿Qué me querías decir?

- Qué bien suena, ¿no?

Por la noche, insisto por teléfono y el pibe, como lo llama Pappo, afloja. "Es que no hay antes. Es magia, está en la sangre, yo siempre toqué la guitarra". Luciano es mecánico autodidacta como Pappo, pero dice que lo único que le importa es arreglar su Dodge 1500. "Yo uso el auto; el auto no me usa a mí. Y lo uso a full, hasta que lo rompo. Y cuando se rompe, me tiro abajo y vuelvo a empezar. No soy de esos que están lustrando las manijitas". Dice que el 1500 le sirve para absolutamente todo en la vida: "Si hablara el Dodge, ¿sabés qué?... ¡Problemas!". Y la risa. Pasado el ítem fierros , pasamos a otra clave del estilo pesado de Pappo: el sexo. "Tengo un par de novias, más de un par. Yo no les pido nada, solamente que se acuesten conmigo. Es lo más divertido y gratis que podés hacer en la vida. Bueno, hay que gastar guita en los forros".

Y queda el misticismo. Confuso, a lo Pappo, también. "Charlo mucho con los botelleros. Saben más de la vida que nadie. Yo les regalaba zapallos y ellos me aceptaron. Si la gente pone resentimiento y asco en ellos es porque son un espejo de la realidad, ese asco y resentimiento lo tienen los demás dentro. Yo no".

Hoy por hoy, Luciano heredó tres guitarras de Pappo. Dice que una, marca Fernández, está embrujada. Que toca sola. Despúes ataca mefistofélico: "Todo está embrujado y todos morirán". Hay que decirlo: Pappo en Pantalla del mundo de nuevo, igualito.

Ahora es Pappo el que atiende. Está en el departamento de Belgrano donde vive con Florencia, su novia. Se lo escucha concentrado y sensible cuando cuenta la historia. "Luciano nació en la época del Volumen III, yo justo me había ido a Inglaterra. Y ya estaba con otra pareja. Bueno, alguien puede pensar que salí corriendo. No, apenas volví fui al registro civil y le dí mi apellido. Después, nos fuimos acercando con el tiempo. La madre es un persona excelente por suerte". Cambia de teléfono. Dice que hay un amigo inglés en la casa y que lo distrae. Sigue: "Bueno yo no sé si esto le interesa a la gente. Es mi vida. Yo a los 19 años ya tenía un disco de oro. No tuve una vida estructurada, mis amigos tampoco". Y termina: "Yo a Luciano lo respeto como ser humano y como músico. Sé la importancia que tengo para él, porque yo sin mi viejo no hubiera hecho nada. Apenas vi que tenía un entusiasmo en la música, le regalé un Marshall".

Y además le puso el nombre al grupo. Lovorne, es una mezcla sui generis de los bornes de la batería del auto y Ozzy Osbourne, el eterno cantante de Black Sabbath. La primera vez que vi a Luciano, le pregunté el nombre de su grupo y lo escribió con un dedo en el capot polvoriento de su Dodge. "Lovorne... ja... ja... ja", dijo.

En el taller, luego de una charla errática, interrumpida por motores y risas (esas risas) cómplices, Pappo y Luciano se entusiasman mirando las copias de prueba de la producción fotográfica. Las fotos se amontonan en una mesa de metal. Pappo tira frases: "De tal palo tal astilla". "Somos la prueba contundente de que la genética existe". Y la última: "Esta es la historia de dos caraduras". Se ríen los dos al mismo tiempo. El eco se pierde bajo la chapa.


Opiniones Cruzadas

Luciano y el disco debut de Pappo

"Yo no reconozco tanto los discos sino los solos de guitarra. Los de Volumen I, el primer disco, son todos buenísimos. Pero no te puedo nombrar temas ni nada, porque yo me concentro en los solos. Creo que tanto él como yo somos instrumentos del instrumento. La música pasa por nuestro cuerpo. Ahora si me tuviera que ir a otro planeta con un sólo disco, me llevaría Hoy no es hoy. Ahí hay un tema que se llama El mensajero nocturno que tiene el mejor solo de Pappo. El mejor solo de guitarra del planeta Tierra. Y El tren de las 16, que lo grabé en mi disco".

Pappo y el disco debut de Luciano

"El disco de Lovorne, Rock Pesado, es perfecto. En este país no hay rock pesado. Mis amigos que vienen de Europa y quieren escuchar esa música no tienen nada. Ahora por lo menos está el grupo de él. Para mí es el disco del año, no me importa si queda mal que lo diga. A mí me llena de placer y orgullo ver que él eligió esta música porque quiere decir que mi obra le ha servido a alguien. Tiene una carrera cuesta arriba, porque esto no es comercial y lo sabe. Pero es lo que nos gusta hacer a los dos. Rock Pesado. Son los genes, qué se yo. Es obvio: esta es la familia pesada, es así".


Cría rockal: los chicos crecen

El debut de Luciano Napolitano en el mundo del rock cierra una larga lista de apariciones de lo que, a grandes rasgos, se podría denominar como hijos de la cultura rock argentina. Por una cuestión generacional, esta escena no empezó antes de los 90 cuando a su turno los hijos de empezaron a formar parte de los medios. Illya Kuryaki & The Valderramas es, en ese sentido, el grupo símbolo de esta escena propia de príncipes y descendientes de tipos que, directamente, escribieron la historia.
Hoy separado, el grupo de Dante y Horvilleur pasó por todas las etapas. La simpatía, primero, por descender de Spinetta; el fastidio después por verse siempre pegados a un nombre tan fuerte y por fin el desarrollo de una personalidad propia. Ahí aparececieron también Antonio Birabent (cuya carrera actoral lo despegó un poco de su papá Moris) y Miguel García, el hijo de Charly y María Rosa Yorio, que se mantuvo siempre en el bajo perfil y ahora se acopló a A-Tirador Láser.
Tayda Lebón, Sufián y Demián Cantilo (de Miguel), los hijos de Ricardo Soulé y Willy Quiroga que se sumaron a las sucesivas reencarnaciones de Vox Dei, Miranda Nebbia (que se anima a algunos coros en los discos del padre), son otros de los nombres que traen bronce rockero en el apellido. Y a los que les tocó un destino similar al de Jakob Dylan o Julian y Sean Lennon, salvando distancias geográficas y económicas, obvio.
La de Luciano Napolitano, entonces, resultó una cría diametralmente opuesta a la de los padres que esperaban un doctor y terminaron con un hippie.

 
"Esta es la historia de dos caraduras"
Suplemento Espectáculos, Clarín
20 de Diciembre de 2001
Fernando García
Pepe Mateos